" Lo que más calor te da es andar pidiendo permiso para pasar al baño. Toda la noche mate y cuando te querés acordar estás ahí metido, con los de la Federal en la garita y la Shell cerró y tenés que andar pidiéndole el baño a algún vecino a las dos o tres de la mañana.
Baño químico hay en algunos puntos, no en todos, y los turnos son largos, de 12 por 24, se pone difícil” , dice Gabriel.
“En el monte todo es baño” , dice y se ríe, avergonzado, con cierta melancolía por las noches llenas de humedad y estrellas, en el monte, cuando esperaba la madrugada en una carpa improvisada con alguna vianda para matar el hambre. En villa Los Alamos la noche no tiene estrellas, las bandas se agarran a los tiros y los vecinos se pelean a los gritos. En las villas de Merlo y Quilmes, cuando gana el silencio, Gabriel cierra los ojos y vuelve a Misiones. Gabriel es “jefe de familia a distancia”, allá quedaron la vieja y el pibito, su hermano menor, que todos los meses esperan el giro que les llega de Buenos Aires, donde Gabriel está asignado al Plan Centinela. Gabriel cobra tres mil pesos en mano.
“¿Y qué voy? ¿A dejarla tirada a mi mamá? La obra social no le sirve y tuve que pagarle una aparte”.
La madre de Gabriel es discapacitada y el chico estudia. Gabriel trabaja en negro sus francos, haciendo de seguridad privada: custodia los traslados de un cargamento de tabaco. Tiene 30 años y alquila una casita en Campo de Mayo con un compañero. Gabriel es un “camisa lisa”, así le llaman a los gendarmes del escalafón más bajo, los que no tienen ninguna estrella en los hombros.
Fernando es cabo primero y entró a la Gendarmería cumpliendo un sueño ajeno: es hijo de un policía de la provincia de Misiones que siempre quiso ser gendarme.
“Cuando me ponga el uniforme me van a respetar” , decía. Hoy mismo, diez años después, lo trata con el cuidado de un vestido de fiesta. El uniforme marcó su destino pero lo separó de su familia: Fernando tiene 31 años y una hija de siete, Rocío, que vive con su mamá en Misiones. Ni el teléfono ni las cartas pueden unir la geografía: su hija y su mujer fueron expulsadas de Buenos Aires por la falta de trabajo. Y eso que ella estaba recién recibida de maestra jardinera, pero fue imposible. Sólo duraron en la ciudad seis meses y tuvieron que volver a San Vicente. Fernando guarda unos dibujos y un par de fotos en la billetera. Las fotos que se quedó mirando un largo rato después de su primera noche en La Cava, cuando fue recibido por un tiroteo entre dos bandas e hirieron a uno de sus compañeros. Fernando cobra cinco mil trescientos pesos por mes y nueve pesos de viáticos por día. Las noches de tiroteo cuestan 130 pesos y se llaman “operativos nocturnos”.
“Vivís prestado, ¿cómo vas a vivir? Si querés comprar algo tenés que meterte en cuentas”, dice. Fernando vive en Bella Vista y paga novecientos pesos de alquiler.
Cristina Kirchner volvió de Lima y durante todo el conflicto decidió dejar el helicóptero: fue desde Olivos a la Casa Rosada en auto para evitar a los gendarmes que custodian el helipuerto.
Escribió en este diario Daniel Santoro que Héctor Schenone, el ahora ex jefe de la Gendarmería, fue el 27 de junio pasado al sepelio en Rosario de los nueve gendarmes que murieron en un accidente automovilístico en la ruta 3 al salir de la toma del Cerro Dragón, en Chubut.
“Vos estuviste en Cerro Dragón, ¿no?” , le dijo allí a Schenone una chica de 14 años, hija de un sargento fallecido.
“No, no es mi función” , le respondió Schenone.
“Pero los mandaste en avión y los sacaste en ómnibus y se mataron” , insistió ella.
“Ellos habían pedido salir lo antes posible”, se defendió él.
“¿Sabés por qué?” , le preguntó/contestó ella.
“Porque no tenían ni agua corriente y estaban viviendo como animales”.
El salario de Schenone es de unos 100.000 pesos gracias a una medida cautelar.
Al segundo día del conflicto el aparato de propaganda del Gobierno acusaba de golpistas a los gendarmes y prefectos que protestaban por sus salarios, y Nilda Garré anunció que pasaba a retiro a diez prefectos generales y a diez comandantes de Gendarmería.
“Queda así normalizada la situación” , aseguró. Una semana después renunciaba su hermano al puesto de jefe de gabinete del área, como uno de los responsables del conflicto.
Al tercer día un grupo de militantes de UPCN se agarró a los golpes con los prefectos que protestaban en el edificio Guardacostas. Fueron identificados como militantes de La Cámpora.
Abal Medina –quien había firmado el decreto de recorte salarial y que había denunciado, a su vez, un complot golpista– dijo el martes que era imposible otorgarles un básico de 7.000 pesos. El sueldo básico en blanco quedó establecido en 2.697 pesos.
Según una encuesta de Management & FIT, el 83,3 por ciento de los argentinos señala al de la inseguridad como su principal problema.
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